miércoles, 4 de junio de 2014

Duro trabajo

Luis Timoteo Vargas, de 67 años, es un vendedor de billeteras y portadocumentos que a diario improvisa su punto de comercio en el respaldar de una banca de la Av. Emancipación. No tiene licencia y tampoco sabe que la necesita. En dos años, asegura, nadie le ha dicho nada. Nadie le ha ordenado retirarse.
El creciente número de ambulantes en el Cercado de Lima trae a la memoria aquel panorama sinuoso que fue el sello postal de Lima en los tardíos ochenta e inicios de los noventa.
En total son 5.100 vendedores dispersos en las calles del Cercado. De estos, solo 2.600 tienen autorizaciones de la Municipalidad de Lima. Los otros 2.500 ambulantes informales operan sin licencia.
Según las cifras, entregadas  por la Gerencia de Desarrollo Empresarial, cuando la gestión de Villarán asumió el padrón dejado por la gestión de Castañeda, depuró a unos 400 inscritos por no cumplir con los requisitos de la Ordenanza del Comercio Ambulatorio en Lima 002-1985.
De los 3.000 formales que eran, solo quedaron 2.600. Es decir, se reguló con firmeza a los legales, pero se controla con laxitud a los informales.
Helbert Gutiérrez, subgerente del área a cargo de entregar las autorizaciones, comenta que el municipio no ha otorgado más permisos y que los informales son vendedores itinerantes, es decir aquellos que no se instalan en un lugar, que circulan con sus productos en brazos.
El funcionario asegura que personal de fiscalización se encarga de intervenirlos y cortarles sus rutas. En setiembre, 30 inspectores y 100 serenos fueron distribuidos para fiscalizar la venta ambulatoria en Abancay, Lampa, Cusco-Emancipación y el Jirón de la Unión.
Sin embargo, la tarea parece no cumplirse a cabalidad o es claramente insuficiente.

Miguel Rodríguez

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